Vamos a empezar a dibujar: Primero hay
que soltar la muñeca es el momento de utilizar esos folios rayados y sucios
para trazar líneas rectas de arriba abajo. Todas ellas paralelas entre sí. Cada
línea ha de hacerse de un único movimiento de muñeca. La línea ha de ser suave
(no se debe apretar la hoja, ya que la fricción exagerada sobre el papel
entorpece el avance de la mina), rápida y constante. Al realizar las líneas
rápidamente y de un único trazo evitamos estar pensando el camino que traza la
punta del lápiz. La línea sale mucho más recta y uniforme.
Rellena
las últimas líneas sobre una hoja blanca, para ir perdiendo el miedo a la hoja
desierta.
Ahora repite el procedimiento pero
extendiendo la línea a lo largo de la hoja. Para ello, debes mover el brazo.
Como hiciste con la línea corta, el trazo ha de hacerse de un mismo tirón y
espontáneo. Las últimas líneas realízalas sobre una hoja blanca.
La última
etapa será
trazar círculos sobre la hoja. Han de ser círculos frescos y naturales. Sin
pensar en su perfección o uniformidad. Haz un círculo. El segundo que intente
imitar la dimensión del anterior. Vuelve a trazar otro círculo e imita este con
el próximo. Repite hasta rellenar un par de hojas.
Este y muchos otros ejercicios que existen
Este y muchos otros ejercicios que existen
(Dibujo
al revés, Dibujo sin control, Dibujar lo que se vea, no lo que se crea) ayudan
a facilitar el manejo del lápiz.
Terminado los ejercicios ya tendrás suficiente confianza en ti mismo como para empezar a dibujar objetos reales.
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